Entrando en meta ¡satisfacción máxima! |
42 kilómetros, 5 horas 15
minutos y 1890 metros de desnivel positivo. Con esos datos en el reloj cruzaba
el domingo la meta de la Dolmen Race, una carrera de trailrunning que discurría
por los caminos y senderos del Parc Natural del Montnegre i el Corredor. Con
salida y llegada en el pueblo de Sant Andreu de Llavaneras, me pareció una
prueba excelente para debutar en una carrera por la montaña. Y cómo no, debuté
con Gerard, con quien comparto la gran mayoría de kilómetros corriendo por
Collserola.
Con la mirada puesta en los 35
kilómetros de la Cursa de Muntanya de la Cerdanya (CMC) del próximo 9 de junio,
nos apuntamos para descubrir sensaciones y hacer kilómetros por la montaña con
un dorsal. Estaba inscrito en la carrera de 26 kilómetros, una distancia idónea
para preparar la CMC y ver en qué estado la podría acabar. Pero como ya he
dicho antes… ¡acabé la carrera con 42 kilómetros en las piernas! Todo tiene una
explicación…
El domingo empezaba con
madrugón. El despertador sonaba a las 5 de la mañana para poder llegar a la
salida de la carrera a las 8:30, habiendo desayunado antes. En la zona de
recogida de dorsales, como es habitual en muchas carreras, me encontré al
periodista de TV3, Xavi Bonastre. Estuvimos charlando un rato del Godó y de la
carrera que daba salida en breves momentos, la Dolmen Trail Race de 47
kilómetros. Yo hacía la de 26 con Gerard, y Bonastre la de 14,76 kilómetros.
Gran variedad para todos los niveles, algo que me parece excelente.
Al inicio nos las prometíamos felices |
Era una experiencia nueva para
buscar sensaciones y por tanto, el ritmo que debía llevar era desconocido. Así
que empezamos fuertes por los primeros tramos de pista a poca distancia de los
líderes. Para que esté yo cerca de los líderes, el nivel era bastante bajo… Así
que como las sensaciones eran buenas, mantuvimos el ritmo relativamente alto.
El primer punto importante de la carrera era la cima del Montalt, con más de
500 metros de altura y que cerraban la primera fase de 8 kilómetros de la
salida. Las sensaciones subiendo eran muy buenas, y ya quedaban menos de 20
kilómetros para llegar. O eso pensaba yo sin saber lo que nos iba a pasar más
adelante.
Después del Montalt, empezamos a
bajar por unos senderos muy técnicos, donde si te despistas, acabas en el
suelo. Máxima concentración para bajar rápido pero seguro, entre piedras y
raíces. Ahí fue donde empecé a notar dolor en la barriga por el isotónico que
había tomado en el primer avituallamiento. Aminoré el ritmo para llegar bien al
siguiente, en el punto más alto de la carrera: la ermita del Corredor. Y allí,
en el kilómetro 14, empezó el lío…
Al salir del avituallamiento,
había dos caminos, y ninguno indicado con las cintas que sí habían marcado todo
el recorrido desde la salida. Iba en el grupo de los primeros, y erróneamente
todos nos dirigimos por el camino equivocado. Según comentaron después de la
carrera, parece ser que un gracioso se dedicó a quitar las cintas. Y todos, nos
equivocamos y nos fuimos por el otro camino. Al principio ningún problema. Todo
era tramo de bajada, pero las dudas seguían en el grupo. Parábamos y seguíamos corriendo.
Perdidos buscando el sendero correcto |
Llegó un momento que lo que nos
estaba pasando no era normal. Y se impuso la cordura. En el dorsal, había un
par de números de teléfonos de emergencia así que decidí llamar. El primero,
contestador. El segundo sí que respondió. Le comenté al organizador que 15
corredores estábamos perdidos después de seguir un camino sin indicaciones. Corríamos
un rato y volvíamos a llamar. Pasamos por un repetidor, una masía, y diferentes
senderos hasta que por fin, llegamos otra vez a la ermita del Corredor con 23
kilómetros en las piernas.
Allí estaba Sandro, el
organizador, que nos explicó el problema y nos dio un par de soluciones. Los
que quisiéramos podíamos acabar la vuelta por el circuito establecido y hacer
más distancia de la establecida o sino, bajar a la zona de llegada en coche o
corriendo por los senderos de la subida. La verdad que la organización muy
bien, solucionando cuanto antes pudieron el problema y dándonos diversas
alternativas.
Total que, ni cortos ni
perezosos, Gerard, dos corredores más y yo, decidimos seguir y acabar el
circuito original sabiendo que acabaríamos con muchísimos kilómetros y
seguramente con dolor en las piernas y rampas. Pero el miedo ante lo
desconocido es lo que te hace aventurarte a descubrirlo. Y sin duda, probarlo
fue la mejor opción.
Ahí empezaba otra nueva carrera,
ya no contra el crono sino que contra uno mismo. Por delante, cerca de 18 kilómetros
con mucho desnivel aún por superar. El primer tramo tenía bastante bajada,
hacia un llano donde había un dolmen y un mirador. Y, casualidades de la vida,
bajando por un sendero nos cruzamos con Ricard Martí, que había sido profesor
nuestro en La Farga. Ya quedaba menos para llegar…
Cabizbajo, llegando al kilómetro 35... |
Sufriendo en los últimos kilómetros |
Bajando por senderos empinados
aunque no muy técnicos, enlazamos con otro chico que hacía el circuito largo y
que conocía la zona. Nos dijo que faltaba poco, lo típico que dicen para engañar
a la mente porque faltaban más de 10 kilómetros para acabar. Y encima estábamos
en una subida que no picaba pero era muy constante. Ahí es donde empiezas a ver
que la cabeza es la que está empujando. ¡Qué duro!
Llegamos al penúltimo avituallamiento
justos de fuerzas. Era vital afrontar los últimos 8 kilómetros con fuerzas, así
que una buena dosis de agua y azúcar para hacer los últimos kilómetros era
vital. Quedaba mucha bajada, y ya a unos ritmos muy lentos. Poco a poco, y con
Gerard ya dolorido muscularmente, fuimos bajando con unas vistas
espectaculares. Ya veíamos el mar, quedaba poco.
¡P'allá no, p'alla! |
Con el mar de fondo, ¡quedaba menos! |
Correr y caminar. Esa fue la
tónica de los últimos kilómetros hasta la llegada. Y bueno, un susto que dio Gerard
cuando le pegó una rampa de esas que hacen historia. En el kilómetro 40, se
tiró al suelo con el gemelo enrampado. Descansamos y bajamos trotando lo que
quedaba hasta llegar a la meta. Uf… menuda sensación tan espectacular. Después
de más de 5 horas volvíamos a estar en la zona de la llegada. ¡Qué satisfacción
tan increíble y qué dolor de piernas!
Creo que las caras lo dicen todo... |
Sin quererlo, habíamos acabado
una maratón por montaña. Y ahora que lo pienso en frío, siento que es una
barbaridad. Pero súper satisfecho de haberla hecho. Y con ganas de descansar
ahora un poco para poder afrontar la Cursa de Muntanya de la Cerdanya de 35
kilómetros con garantías y ganas de disfrutar aún más. No acabo sin decir que
el masaje que me dieron en la llegada ha sido vital para estar bien esta semana.
Gran carrera. El año que viene volveré para hacer la maratón oficialmente.
Felicitar desde aquí a la organización por el esfuerzo y por superar las
dificultades, en especial a Sandro y Caranord.
¡Seguimos preparando la CMC!
Pablo
Felicidades por terminar... Ha sido un buen entreno para la Cerdanya.
ResponderEliminarMuchas gracias! Espero que sí, a ver si llego bien para la Cerdanya ir a tope! Un saludo!
EliminarSous uns cracks!!! Jo estava al Corredor d'avituallament i sempre tenieu un somriure a la boca tots dos. Falta gent com vosaltres, continueu així!!!
ResponderEliminarMoltes gràcies!!!!! Ja m'en recordo de tu! Faltaria mes, si en aquests moments difícils econòmicament no es va per la vida amb ganes i alegria, malament anem! Gràcies a vosaltres pel voluntariat, sense vosaltres seria impossible! Animsssss i amuunt sempre amuuunt! una abraçada!
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