En la línea de llegada con Gerard tras 35 kilómetros durísimos |
En los
últimos años ha habido un boom bastante espectacular de las carreras de
montaña, y yo, también me he enganchado. Pasar horas por senderos estrechos,
caminos por dentro del bosque y subiendo a alguna que otra cima es algo que
atrae. Y si es corriendo, aún más. Así que Gerard y yo nos apuntamos. Teníamos
otro aliciente, y es que no todos los domingos se puede correr en la misma
carrera que Kilian Jornet. Por mucho que nos sacara más de una hora, la
motivación estaba ahí.
Momentos antes de la salida |
El
domingo tuvimos que madrugar. La salida era a las 8 de la mañana en Alp y en
estas carreras, la alimentación es importantísima. Plato de pasta para
desayunar y bien abrigados, dirección a Alp para calentar antes de la salida. Y
es que tal como nos dijeron en el briefing del sábado, la temperatura en la
cota más alta rondaría los cero grados ¡en pleno mes de junio! Así que con una
térmica y la chaqueta de ciclismo, estábamos preparados para sufrir y disfrutar
en la Cursa de Muntanya de la Cerdanya. Disparo de salida y mucha calma, por
delante nos esperaban más de cuatro horas de carrera.
Salida de la CMC desde Alp |
Los
primeros metros fueron neutralizados hasta que cogimos un camino rural. Aún
así, al ser más de 400 corredores, se formaron algunos tapones. Charcos,
prados, alambradas, y algún que otro riachuelo en los primeros kilómetros a un
ritmo tranquilo. Quedaba mucha carrera y no teníamos ninguna prisa. Y aún menos
sabiendo que el tramo duro de la carrera eran los primeros 11 kilómetros hasta
el Cap de la Comella, con un desnivel positivo de 1.100 metros. Subimos
paralelos al río que baja de la Molina, por unos senderos espectaculares entre
el bosque. Hacia el kilómetro 4 empezaba a picar la subida. Caminar y correr. Y
adelantar a corredores que se lo tomaban con mucha calma. Venía el tramo de
subida más duro.
Con la
mente en el primer avituallamiento, situado en el Telecabina Alp 2.500,
empezamos a subir con rampas muy pronunciadas. Pero no lo sabíamos y quedaba lo
peor. Con Gerard siempre corremos juntos en las carreras por montaña. Son
largas y lo mejor es ir dando relevos y que vaya tirando un rato uno y un rato
el otro. Así llegamos al primer avituallamiento. Bastante enteros física y
mentalmente ya que quedaban pocos kilómetros de subida. Aquarius, agua y frutos
secos para coger energía y afrontar el último tramo hasta el Cap de la Comella.
Además, me tomé un gel consciente de que era el momento de máximo sufrimiento.
Subiendo al Cap de la Comella |
¡Menudas
rampas! La subida hasta el Cap de la Comella fue especialmente dura, con unos senderos
prácticamente verticales. Imposible correr. Este es el momento que más me gusta
de las carreras de montaña. Los corredores nos animamos los unos a los otros,
al fin y al cabo, el objetivo de la gran mayoría de los que nos apuntamos es
llegar a la meta. Después de más de una hora y media llegábamos al
avituallamiento del Cap de la Comella, en el kilómetro 11 de la carrera y a
2.100 metros de altitud. Hacía mucho frío y viento, e incluso había zonas
nevadas en pleno mes de junio. En el avituallamiento era importante hidratarse
y comer algo sólido para poder acabar entero la carrera. Los voluntarios, en
todos los avituallamientos, increíbles. Es una labor desinteresada y que los
corredores agradecemos mucho porque son vitales para el desarrollo de la
carrera.
En el Cap de la Comella a 2.100m |
Después
de comer y beber, tocaba bajar. Y bajar por una pista de esquí roja, con
piedras y mucha niebla. Con el tute de la subida en las piernas, bajar no era
fácil. Llegamos al Roc Blanc y de allí seguir bajando por unos barrancos y
senderos hasta la estación de tren de la Molina. Antes, pasamos por otro
avituallamiento. Vital hidratarse bien y comer un poco.
Desde el
pueblo de la Molina, teníamos la segunda y última subida fuerte hasta el Plà de
les Forques. Otra vez, tocaba regular para que el cuerpo no petase. Subida
combinando trote fácil y caminar hasta que nos adentramos de lleno en el Plà de
les Forques. Allí sí que se podía correr a un ritmo más constante, pero las
fuerzas iban en descenso… Por suerte teníamos un avituallamiento más antes de
bajar a Vilallobent. Los paisajes de la Cerdanya sin duda que son
espectaculares, y a todo aquel que le guste correr por la montaña, le
recomiendo esta carrera. La mejor que he hecho hasta ahora.
Después
del avituallamiento quedaba un tramo de llano que enlazaba con un sendero hasta
Vilallobent. La noche anterior había llovido así que ya nos podemos imaginar cómo
estaba el sendero… Estrecho, lleno de barro y con charcos. Íbamos saltando
rocas, esquivando árboles, cruzando algún que otro riachuelo y las bambas ya
estaban empapadas. Pero bajar por esos senderos es lo que más me gusta, sin
duda, muy acertado por parte de la organización. Por suerte el tiempo había
aguantado y no nos había llovido prácticamente nada durante toda la carrera.
Sin
saber que nos quedaba lo peor, llegamos a Vilallobent. Ultimo avituallamiento y
poníamos dirección hacia Puigcerdá. Lo que no nos esperábamos es que tuviéramos
que recorrer casi cinco kilómetros por asfalto antes de llegar a la línea de
meta. Se hicieron eternos, ya casi sin poder correr y animándonos entre los
corredores para llegar. Siempre con Gerard, apretamos el último tramo:
escaleras y subidas hasta la plaza del Campanario. Pero allí estaba la meta…
Llegando a la meta, bravo el público |
Meta y medalla tras 35 kilómetros |
Por fin.
Después de los 35 kilómetros más duros de mi vida, ya estábamos en meta. ¡Qué
pasada! Todo el sufrimiento se acababa allí, con una medalla de finisher de la carrera para el recuerdo.
Poco más de 4 horas para completar 35 kilómetros y 1.600 metros de desnivel
positivo, con un componente que hacía a la carrera, más dura si cabe: el
recorrido estaba entre los 1.100 y los 2.100 metros de altura sobre el nivel
del mar.
Lo mejor, acabar con el momento "recovery", vital |
Y una
vez cruzada la línea de meta, a comer, beber y recuperarnos del esfuerzo. Ah, y
vital un masaje al acabar la carrera. Todavía me duelen las piernas y el ritmo
de entrenos ya lo recuperaremos el domingo con la bici. Y es que desde que
acabé la carrera prácticamente no he entrenado. Mejor, recuperase bien es fundamental
para seguir sumando.
¡Vamos!
Pablo
Muy buena la redacción de la experiencia! Yo también corrí la CMC y la verdad que espectacular... Aunque tardé un poco más que vosotros ;)
ResponderEliminarMuy bien, cracks!!!!!! Felicidades!
Gracias! sin duda, espectacular! el año que viene volveremos! jajajaj ;) lo importante es llegar y disfrutar, siempre! Un saludo!
Eliminar¡Muy buena crónica Pablo! Enhorabuena por haber formado parte de una experiencia así. ¡Un saludo!
ResponderEliminar¡Muchas gracias! Espero volver a formar parte el año que viene también. ¡Un saludo y hasta el año que viene!
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