martes, 26 de febrero de 2013

"Estoy hecho de senderos inexplorados, no de caminos conocidos"



El sábado Sant Cugat, Collserola y gran parte del litoral catalán, amaneció con una fina capa de nieve. Fina, pero suficiente para cancelar la salida en road bike que iba a hacer con los amigos de BCNTriathlon (www.bcntriathlon.com) por la zona del Maresme. Una pena, porque desde hacía un par de semanas que no salía con la bicicleta de carretera y me hacía ilusión pedalear. Pero, cosas del destino o no, acabé corriendo casi tres horas con Gerard Sanromà por la sierra de Collserola, cubierta por un espectacular manto blanco. A Gerard y a mí siempre nos ha encantado el trailrunning, y el sábado era la ocasión perfecta para ir a correr por el monte ¡nevado! Sin duda, no podíamos dejar pasar esta oportunidad de disfrutar de una Collserola atípica.

Abrigados con la chaqueta de la Unió Ciclista Sant Cugat, pero con pantalón corto, cruzamos la ciudad hasta llegar a la entrada al Parque de Collserola en la que está el Pi d'en Xandri, un árbol emblemático de Sant Cugat. Los primeros dos kilómetros de pista ancha estaban muy embarrados, pues a las 10 de la mañana ya había pasado bastante gente. De allí, empezamos a subir por un sendero que hay antes de llegar a Can Borrell. Absolutamente nevado a medida que nos adentrábamos en la zona boscosa. La nieve había provocado que, por el peso, los árboles cedieran y las ramas estuvieran en medio del camino. Apenas 50 metros después de empezar a subir por el sendero, nevado y resbaladizo, tuvimos el primer aviso. Un árbol caído nos obligaba a parar. Pero decidimos seguir después de un par de fotos y que nos cayera un poco de nieve encima.

Brutal correr por Collserola nevada...
La verdad es que es una experiencia brutal correr por la nieve. Y aún más, cuando es al lado de casa y por donde corres habitualmente. El paisaje cambia por completo, pero el disfrute es incluso mayor. Recuerdo el pasado 1 de mayo corriendo por nieve en la Cerdanya y la verdad que el sábado fue una sensación aún mejor. Y es que cada metro que avanzábamos, era cada vez más difícil. En las ramas de los árboles se acumulaba la nieve y teníamos que moverlas para que la nieve cayera y así poder pasar. El resultado después de mucho rato así, fue que acabamos con los pantalones empapados. Y llegó un momento en que pasar era ya imposible. Después de intentar pasar por debajo de unos árboles y que nos cayera un paquetón de nieve encima, decidimos dar media vuelta y volver al camino ancho. La vuelta siguió la misma tónica que la ida, es decir, pasar por el mismo camino que la ida hasta llegar al camino de nuevo.

Una vez allí, decidimos cambiar el recorrido inicialmente previsto y nos fuimos hacia la zona de Flor de Maig y Can Coll. El barro era una constante en los caminos anchos, pero a la que nos volvimos a meter por senderos estrechos, la nieve ocupaba la mayor parte del camino. El trailrunning es una de nuestras pasiones y el sábado, con todo nevado, disfrutamos aún más. Pero a medida que avanzaba el día, la nieve se iba deshaciendo y los senderos parecían ríos del agua que llevaban. En ese momento no sabía si llevaba chanclas y bañador de lo mojados que estaban mis pantalones y mis bambas. Pero estábamos disfrutando como niños e ir con “unos litros de agua de más encima” era lo de menos.

Gerard y yo con un panorama totalmente blanco



Después de correr por la zona de Can Coll y disfrutar de unos paisajes con nieve, insólitos en Collserola, cruzamos la carretera de Cerdanyola y nos fuimos a Can Borrell de nuevo. A Gerard le dolía la pierna y está saliendo de una lesión, por lo que decidimos volver a casa tras descartar subir al Tibidabo. Volvimos por el Pi d’en Xandri, y cuando llegamos al Colegio Europa decidimos hacer el último kilómetro hasta casa caminando. Después de correr por unos paisajes nevados en Collserola, realmente te das cuenta de lo bonito que es hacer trailrunning y lo diferente que es de correr por la ciudad… Pero en la variedad está lo bueno, así que lo mejor es compaginarlo todo para no cansarse nunca de nuestra pasión por correr.

Al acabar, antes de llegar a casa, Gerard y yo coincidimos que había sido uno de los mejores días de ‘entreno’, pero no por la intensidad ni el desnivel acumulado, sino por las sensaciones espectaculares y el disfrute máximo. Al final salieron 17,89 kilómetros en poco menos de dos horas y media, pero en la montaña y ese día, era lo menos importante. Sin duda, una experiencia gratificante más al saco y aprendiendo cada día que en la montaña siempre hay que tener respeto. La frase del día estaba clara: "Estoy hecho de senderos inexplorados, no de caminos conocidos". Y también tengo claro que hay que seguir cada día, avanzando hacia el límite.

¡Vamoooos!

Pablo

Os dejo el enlace con todas las fotos que hicimos en este día único. ¡Disfrutarlas!


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